lunes, 9 de marzo de 2009

Fragmentos

Se encontraba observando el frio y escuchando la altura, miraba una totora flotando en el agua a orillas de lago Titicaca, sus pies colgaban del pequeño muelle de madera vieja donde estaba sentado, y por debajo, las pequeñas ondulaciones del agua moviéndose con ritmo preciso. Las nubes parecían enojadas aquel día, cubrían ese cielo azul tan fuerte caracterísitco de las zonas altas. A lo lejos veía montañas. El viento acercaba una tormenta y a otra totora de envergadura macisa y de tamaño grande. Él no alcanzba a percibir quien se avanzaba más rápido, si la totora o la tormenta. Quizá vienen acompañadas -se dijo en voz interna-.

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