jueves, 6 de mayo de 2010

DIÁLOGO CON LA MUERTE


DIÁLOGO CON LA MUERTE

La vida se convierte en un puñado de cabellos blancos que han ido perdiendo su pigmento oscuro junto con la inconciencia del camino a la muerte. De repente has transitado ya ese camino, nunca te diste cuenta que pasó frente a tus ojos la cosa más curiosa de todas: aquello a lo que llaman vida.

No sé si estuve muerto desde que nací, nunca me di cuenta de lo que me dices o tal vez el mundo es demasiado vil para encontrarlo curioso.

Yo no dije que fuera “curioso el mundo” ni que te fueras a encontrar con puras cosas bellas al momento de venir a él, lo que dije es que la vida es curiosa, es ese sentimiento que tiene cualquier vertebrado al mirar algo que le llama la atención, ese sentimiento de incertidumbre que tiene un niño cuando se le presenta una situación nunca vivida. Yo tengo 56 años y todavía se me presentan esas pequeñas chispas de incertidumbre; cada vez son menos, sin embargo no dejo de sentirlas. He pensado que el trayecto de vida es eso, un constante agotamiento de las situaciones de asombro, una agotamiento de las posibilidades de ser, un acabose de cabellos oscuros, el ser humano es un ser posible, mientras vive, y cuando muere, simplemente ya no lo es, agotó toda posibilidad. Sólo le quedó una: morir

Pero la muerte no es ninguna posibilidad, es todo lo contrario, una certidumbre rotunda, fatal, imparcial, definitiva, es la más simple y terrorífica de las cosas…La muerte no existe precisamente por eso, porque no es una posibilidad, y todo lo que existe es algo posible, algo en potencia, y lo es precisamente porque está montado en el tren del tiempo, del movimiento. Todo lo que existe se mueve, tiene sentido. Es por ello que eso que llamamos “vida”, es algo paradójico ¿Cómo es posible que nuestro cuerpo, siempre en movimiento, tienda hacia el reposo absoluto?

Es que no tiende hacia el reposo absoluto, de hecho no dejamos de movernos, no te olvides que estamos constituidos por vacío, que a escala humana, constituye aquello que llamamos materia, y el elemento más pequeño de la materia es el átomo y el átomo es pura relación de energía y la energía no es materia, no puede serlo. Entonces, cuando morimos, ese cúmulo de partículas en movimiento, por el simple hecho de moverse tiende a separarse y a desintegrarse. No nos dejamos de mover, al contrario, somos víctimas del movimiento, por eso morimos. Pero eso no tiene mucho que ver con que la vida sea una curiosidad. El hecho de estar aquí y de indagar acerca de las experiencias no es comparable al hecho de indagar si somos o no seres constituidos de materia

No…, pero si puede brindarte una perspectiva, no solo de la vida, sino del mundo que vemos, sentimos, olemos…No te olvides que cualquier cosa que entra por nuestros sentidos es compatible con lo que la realidad permite ser sentido, es más, ello no se aplica únicamente a lo que sentimos, va más allá, se aplica también al raciocinio y a la imaginación, se aplica incluso al sueño. Los sueños, por mucho que pensemos que no tienen una correspondencia con el mundo material, la tienen, es más, los sueños son la reproducción más exacta de la realidad, puesto que ambos son continuidad pura, sin más. El mundo material es la esencia del mundo onírico. La experiencia de volar en un sueño, se compone de muchas experiencias recogidas de la vigilia; de la carencia de gravedad de cuando fuiste en tu niñez a una alberca y experimentaste la reducción de tu peso, del mirar a las aves cuando pasan por encima de ti, o a los aviones, de los súper héroes de la caricaturas que ven tus nietos por televisión y de un largo etcétera más del cual, probablemente, ni siquiera nos percatamos al momento de vivirlo. En cuanto a lo que imaginamos, que decir, la imaginación, la que empleamos en nuestros momentos de conciencia, no la onírica, es una realidad opaca de la experiencia, una realidad que ya no es material propiamente dicho, sino mental. Al pasar la realidad al código de la inteligencia humana, aquella toma cierta independencia, digamos que la realidad mental es una especie de fotografía de la realidad material, un método petrificador que estatiza el movimiento y el tiempo, materia prima del raciocinio. Al inmovilizar la realidad la analizamos, la nombramos, si no tuviéramos esa capacidad de detener el tiempo y sintetizar el espacio, y más aun, de nombrarlo y cuantificarlo, se nos escaparía de las manos como se nos escapa el agua cuando intentamos cogerla con un puño.