viernes, 20 de marzo de 2009

Bukowsky, Escritos de un viejo indecente (fragmento)


“creo que fue uno de los discípulos preferidos de Freud, que se ha convertido en ahora en un filósofo de cierto renombre (mi ex esposa solía leerlo) quien dijo que el juego era una forma de masturbación. qué bonito ser un chico listo y decir cosas. casi todas las frases contienen una verdad secundaria. si yo fuese un chico inteligente y perspicaz, diría por ejemplo: <>. y probablemente me diesen una beca, una ayuda, la espada del rey en el hombro y catorce culitos caliente. sólo diré esto, que procede de un pasado de fábricas, bancos de parque, trabajos de mierda, malas mujeres, mal periodo de Vida: la razón de que el individuo medio siga en el tajo es que están atornillados por el cierre del cerrojo, la cara chiflada del capataz, la mano del casero, el sexo muerto de la amante. impuestos, cáncer, melancolía; ropas que se desmoronan la tercera vez que te las pones, agua que sabe a orina, médicos que tienen consultorios indecentes con trabajo en cadena, hospitales sin corazón, políticos con cráneos llenos de pus… podemos seguir y seguir y sólo conseguiría que nos tachasen de amargados y dementes, pero el mundo nos convierte a todos en locos (y locas) y hasta los santos están dementes. nada se salva. en fin, a la mierda. según mis cifras, sólo he tenido dos mil quinientos coños, pero he visto doce mil quinientas carreras de caballos, y si he de dar a alguien un consejo, doy éste: dedícate a pintar acuarelas”





Escritos de un viejo indecente, Bukowsky (fragmento)


Aforismo


“…pero tengo un viejo aforismo (me dedico a los aforismos mientras ando hecho un andrajo) que dice que el conocimiento es, si no se aplica, peor que la ignorancia. porque si haces conjeturas y no resulta, puedes muy bien decir, mierda, los dioses están contra mi. pero si sabes y no haces, tienes desvanes y pasillos oscuros en la mente por los que bajar y subir y despistarte. eso no es sano, lleva a situaciones desagradables, a beber demasiado y a la máquina de hacer picadillo.”

domingo, 15 de marzo de 2009

Fragmentos del recuerdo



POR ENRIQUE MANZO

Y el fotógrafo siempre se despide con nostalgia de los lugares donde ha estado, donde su cámara ha pasado y plasmado costumbres, arquitectura, flores, plantas, animales, paisajes y gente.

La nostalgia es un modo del recuerdo desgarrado. Es un arrancarse, voluntario o involunntario, del lugar donde se ha permanecido por un tiempo determinado. En este sentido el fotógrafo madura y muere cada vez que se despide de algún sitio. Intenta, en sus últimos ejercicios fotográficos, retomar una sensibilidad perdida por el arraigo incipente y la relación que ha desarrollado con el sitio en cuestión por el simple hecho de haber permanecido en él. Cuando un fotógrafo llega a un lugar todo le parece novedoso. Es por eso que guarda, este personaje nostálgico, una similitud con el niño. El trabajo del fotógrafo consiste en eso, en mudar y mudar de sitios, en moverse y escabullirse por lugares almacenados en su imaginario, en su fantasía. Y es que al niño le pasa lo mismo en sentido inverso. El niño no busca renovarse, la renovación le llega de fuera. Es como si la realidad asaltara la curiosidad del infante cada vez que percibe algo nuevo, algo que llama su atención. La mente del niño se asemeja a la cámara fotográfica; ambos almacenan imágenes, la de uno son imágenes fantásticas, la del otro también pero con un sesgo mentiroso de objetividad.
La estancia en Guatemala del fotógrafo devino en melancolía. La melancolía no existe ya como tal en los cuadros psiquiátricos y psicológicos actuales, se ha convertido en depresión. Pero ambos términos se diferencian en mucho. La melancolía es motivo de inspiración artística, la depresión un cuadro de la enfermedad mental. Y es justo una situación melancólica la que el fotógrafo logra vencer en esos momentos de nula inspiración cuando abandona el sitio donde ha estado.
Guatemala, un país maya, de creencias fuertes y arraigadas es un sitio donde la melancolía y la nostalgia se respiran, se sienten en la piel, se huelen en la comida, en los mercados, en sus procesiones de samana santa. La melancolía y la nostalgia toman vínculos con el pasado y se convierten en colores, colores brillantes que denotan un pueblo vivo y resistente. El pueblo guatemalteco, a pesar haber sido abatido por innumerables tragedias históricas que demandarían una actitud indiferente y de dejadez, ríe y festeja.
La nostalgia y la melancolía del pueblo guetemalteco dejan huella intensa en la imaginación del fotógrafo. Tal como si Guatemala fuera siempre un lugar de inspiración para la fotografía, como si los colores, olores y sensasiones no tuvieran fin en un pueblo, que por su historia, pareciera estar acabado.

miércoles, 11 de marzo de 2009

La fortaleza



POR ENRIQUE MANZO

Por aquel entonces ya era un fotógrafo con trabajo serio. Trabajaba para una revista importante de reportaje y antropología contempóránea. La revista iba a participar en un concurso relacionado con la vida cotidiana del pueblo de Ollantaytambo, Perú, un pueblo donde se había instalado un regimiento militar inca para proteger de los invasores guerreros el lugar sagrado de Machu Pichu. Los mejores reporteros de la revista se encontraban cubriendo la guerra de Irak, la campaña presidencial en Estados Unidos cuando Obama era candidato y el conflicto por el gas con Europa del este. Asi que el fotógrafo principiante tenía la oportunidad de consagrarse si su fotografía ganaba aquel concurso. Empacó sus maletas y voló a Lima. Llegó un día de verano donde la lluvia no dejaba de azotar la costa limeña. Uno de sus temas favoritos era el agua con lo que se dispuso a tomar inspiración antes de llegar a la fortaleza proponiéndose a sí mismo sacar la mejor fotografía del concurso. Dos días tardó en aclimatarse y en partir a la última zona semi altiplánica de Ollantaytambo.


Una vez llegado e insatalado, el fotógrafo comenzó a deambular por el pueblo para asimilarse a la dinámica de aquél sitio arquológico. Entre el frio, el lodo y la lluvia, el fotógrafo se escudriñaba en los rincones secos para comenzar a captar imágenes de la vida de aquel pueblo. Las artesanías, la vestimenta folclórica de sus habitantes, la relación paupérrima de los turistas con los indígenas se le hacían ya temas trillados de poca utilidad en un concurso tan prestigiado como al que lo habían encomendado. Así que pasaron días y el tiempo se terminaba, parecía como si en aquel sitio la realidad se desvaneciera justo al momento de querer captarla, como si el viento tan fuerte y helado que corría por entre las calles no le dejaran plantarse con suficiente técnica para poder tomar a gusto una fotografía. Todas las noches al revisar el material en la pequeña pantalla de la cámara, las fotos aparecían movidas. El día que tenía que tomar el vuelo de regreso y a punto de terminarse el presupuesto, despertó con un buen presentimiento, abrió las cortinas del cuarto de hotel y la lluvia comenzaba a cesar. Con una luz espléndida para tomar fotografías, por estar el sol cubierto por nubes, salió a la calle en calidad de cazador y se dedicó a tomar imágenes como un loco. A lo lejos, miró de repente como se acercaba un viejo caminando y recordó aquella foto que tomó y que tanto le había gustado durante su estancia en Bolivia años atrás, en la que logró captar a un viejo por la espalda justo cuando un rayo de luz iluminaba su desgarrada estampa, así que dirigió la cámara hacia el señor y comenzó a plasmar, con una ráfaga de disparos, la trayectoria de este viejo peruano.
Convencido de haber sacado la foto que quería y dándose cuenta de lo tarde que se le hacía para regresar, tomó su cámara, se dirigió al hotel, recogió su equipaje y se dirigió a la terminal de autobuses. En el trayecto, con una tranquilidad convencida, comenzó a revisar las fotografías. Ninguna servía, todas ellas estaban barridas. Revisó el historial y se dio cuenta de que todo estaba en orden. La exposición, según sus conocimientos, eran correctas para la hora del día y para la velocidad a la que el viejo se movía.
No dio importancia al problema que se le presentaría con el comite de selección de la revista sino que se preguntaba qué le pasaba a la realidad. La cámara no podía fallar puesto que es un artefacto preciso así como tampoco las ecuaciones que le indicaban la correcta exposición de la fotografía. Era como si en el momento de tomarla, ni la cámara ni su conocimiento, hubieran podido hacer nada contra la manera en que la realidad se derretía. Parecía estar, más frente a un problema filosófico que frente a uno fotográfico.
Al llegar a su país, el fotógrafo entregó el material recopilado en aquel pueblo de fantásmas y la reacción del comité no tardó en tomar matices obvios. Al poco tiempo, mucho antes de entrar al concurso, el fotógrafo fue despedido de su trabajo. Consternado por el atropello se dispuso para siempre dejar la fotografía. Se refugió en los libros para tratar de dar respuesta a lo que es el tiempo para el hombre y a convencerse de que la realidad de desvance por entre los dedos cuando la queremos atrapar. Al poco tiempo el fotógrafo murió después de volverse loco y mencionar, en repetidas ocasiones en su delirio, que veia la silueta de un viejo acrcándose a él.
La creencia andina dice que las fotografías dejan sin alma a quienes son retratados. Al fotógrafo le pasó en Perú lo contrario y es que el mundo andino correponde con una lógica onírica imposible de descifrar aun por el aparato más sofisticado que la imaginación humana pudo inventar para extender el conocimiento a fronteras impensables: la cámara fotográfica. Pero ni ese invento ni cualquier otro tiene el poder para desafiar la arquitectura inca de la fortaleza. Aquella que en tiempos ancestrales no permitió la entrada de extrajeros a la ciudad sagrada de Machu Pichu.
Hoy en día, la obra del fotógrafo es reconocida por esa imagen donde se ve la silueta de un fantasma caminando hacia la cámara.

martes, 10 de marzo de 2009

La existencia de los pájaros

POR ENRIQUE MANZO

Buscaba imágenes por el suelo: escarabajos, gusanos, plantas, ladrillos, flores, basuras, piedras, agua. Logró tomar algunas fotos de lo que buscaba y es que siempre pensaba que el intelecto pone a priori en la realidad lo que él desea encontrar, tal como lo hace la ciencia, donde basta plantearse una hipótesis y cometer trampas y artimañas para comprobarla y luego predicar de ello, que el resultado es un conocimiento incuestionable. Que la ciencia sea una mentira, ya lo han dicho varios y basta prender la televisión para darse cuenta de ello. Basta observar un poco del espectáculo mediático para encontrar una serie de farsas avaladas por el conocimiento científico: la venta de medicinas, los productos para conservar un cuerpo saludable y esbelto o los productos de limpieza con su nuevo sello ecológico y un largo etcétera.
Esto fue lo que pensó el fotógrafo al poner su lupa en el suelo. Quería encontrar lo que deseaba, pero nunca pudo pensar en lo que no quería encontrar, para ello tuvo que imaginar y voltear al cielo. Ahí se dio cuenta de la existencia de los pájaros.

De la fotografía



POR ENRIQUE MANZO


¿QUÉ ES LA FOTOGRAFÍA?

Hay distintas maneras de abordar una pregunta ontológica, una pregunta que se refiera a la esencia de algo. La que aparece en el título es una pregunta de este tipo, y nos interroga por aquello que hace que la fotografía no sea cualquier otra cosa relacionada con la imagen que aquello que es. Esto último le forma parentescos con expresiones artísticas como la pintura, el dibujo, el cine, las cuales comparten algo con la imagen, sin ser por ello fotografía. Entonces, ¿qué sea la fotografía? Contestar esta pregunta nos remite, sólo en parte, a establecer relaciones o diferencias con otro tipo de imágenes que no sean fotografía, con lo cuál tendremos que pensar en otro tipo de acercamiento a lo que nuestra pregunta inicial demanda. Pero quedémonos con esto; la fotografía es imagen. Establecer diferencias y similitudes de la fotografía con respecto a otras formas de la imagen tiene que ser por tanto una conclusión y no un punto de partida para nuestro análisis.
Sugerir otro método para abordar esta pregunta tiene que ver con dilucidar aquello que la fotografía ha sido, es decir, con la posibilidad de un acercamiento histórico a la fotografía.
Cabe resaltar que cualquier forma de la imagen (desde literarias hasta el 3D) es una forma del conocimiento que se relaciona con un problema íntimamente humano; EL MOVIMIENTO. El problema del movimiento, es un recelo que se guarda en la conciencia humana de la finitud. El hombre comprende al mundo como algo finito, como algo que constantemente se le escapa de las manos. Sin embargo el alcance de la inteligencia humana no se queda en la mera comprensión de este fenómeno tan peculiar, sino que crea herramientas para comprenderlo. Estas herramientas están contenidas el lo que hemos llamado civilización. En la civilización se encuentran contenidas todas las manifestaciones espirituales: la ciencia, el arte, la religión, el derecho, la política, la tecnología, la historia, etcétera. La ciencia por ejemplo es el paradigma racional de la comprensión del movimiento. La matemática a través del razonamiento deductivo ha creado conceptos (productos de la abstracción) y leyes que no cambian en el cambio. La aritmética, el álgebra y la geometría son un claro ejemplo de ello. La física (a través de la astronomía y la mecánica) en su trato más cercano con el movimiento y con ayuda de la matemática, ha creado también leyes aplicables al movimiento para su mejor comprensión. La química también ha hecho lo concerniente en relación con el mundo de lo pequeño, y gracias a avances tecnológicos de gran envergadura que tuvieron lugar en el siglo XIX, se ha fusionado con la física para mejorar un acercamiento a hechos físicos tales como la electricidad o el magnetismo.
La ciencia explica el movimiento para llevar a cabo objetivos prácticos y concretos. En otras palabras, el conocimiento científico explica y cuantifica hechos en el tiempo con miras a su manipulación futura. Este tipo de inteligencia humana (la científica) se encarga pues de determinar la realidad.
Con el tipo de comprensión social pasa algo similar que con el científico, pues durante el siglo XIX, las ciencias sociales heredaron la metodología científica propia de la física, con lo cual, el curso histórico tendió a ser explicado a través de la método científico basado en relaciones causales y efectuales. La política, el derecho, la religión y otras disciplinas afines se vieron influidas por esta perspectiva.
En el caso del arte esta determinación sobre la realidad no se logra a cabalidad, pues en lugar de intentar manipular el movimiento, el arte lo acepta. Las determinaciones que el arte hace a la realidad son más bien la conciencia de que dicha determinación sucede en sentido contrario que el de la ciencia. En todas las artes, excepto en la música, el ser humano busca perpetuar un instante. La arquitectura y la escultura lo hacen a través del manejo geométrico de materiales que pueden ser dotados de volumen. La literatura, el arte de la escritura, también busca este objetivo a través del sentido de las palabras. La pintura, es quizá la fiel de las artes con respecto a la intención de petrificar el tiempo, pues por medio de la pintura se busca el instante sin más.
Es por este último aspecto que la fotografía puede entenderse como una extensión de la pintura, ello sin olvidar que la evolución del conocimiento científico camina en conjunto. Es decir, que no podríamos separar un tipo de comprensión científica de otra artística o histórica de la realidad, pues se da el caso de que cuando en una de ellas nace una propuesta novedosa y sugerente para entender el movimiento, influencia de manera automática a otras áreas del conocimiento. La perspectiva por ejemplo, durante el desarrollo de la pintura renacentista, tuvo influencia en la elaboración de planos arquitectónicos y de artefactos tecnológicos. El cambio de paradigma en la relación del hombre con dios durante la misma época, traería como consecuencia, en la filosofía posterior, el surgimiento de los humanismos y el abandono paulatino de las creencias ciegas respecto a lo divino. El descubrimiento de la redondez de la tierra, y del heliocentrismo influenciaría rotundamente en las teorías del conocimiento moderno, específicamente en la kantiana con la revolución copernicana del conocimiento.
La fotografía se encuentra pues en medio de todo este conglomerado de hechos históricos. Es por ello que su comprensión puede relacionarse con aspectos de índole científico o con aspectos de índole artístico. De hecho, la fotografía y el cine como tales, nacen con la astronomía y con la una intención radicalmente novedosa de comprender el movimiento. El astrónomo Janssen en sus múltiples intentos por retratar un cometa, o el mismo Muybridge en la investigación zoológica del movimiento de los caballos o el movimiento humano, darían a la ciencia y al arte posibilidades nunca antes concebidas por el género humano. Las principales posibilidades repercutieron no en más de cincuenta años en la manera como entendíamos las relaciones humanas. La desaparición de la exclusividad artística perteneciente al clero y a la burguesía con relación a la pintura, pasó a ser con la fotografía un fenómeno masivo de la imagen. Y a través de ello, la posibilidad de vincular el problema de la imagen con proyectos pedagógicos, científicos y en general civilizatorios. La fotografía traería consigo la posibilidad de iluminar todo aquello que para el género humano estaba influenciado por lo prohibido y lo inconciente. El movimiento, o muchas de las cosas imperceptibles para el ojo humano, son para la fotografía tema superado, pues ésta está capacitada para penetrar en lo más íntimo. La fotografía se diferencia por este sólo hecho de toda manifestación espiritual que la anteceda.
La fotografía no puede ser, por tanto, otra cosa que su propia historia, y en el análisis de su historia podremos descubrir toda diferencia con respecto a otro tipo de manifestaciones que la imagen tiene y ha tenido. La fotografía es el modo contemporáneo por medio del cual hacemos del instante algo eterno. Ese instante es la luz manifestada en algún tipo de material sólido que resiste con mayor fuerza la envergadura del tiempo; este material va desde las sombras proyectadas en una pared, pasando por el daguerrotipo hasta la pantalla y la memoria del ordenador. Eternizar un instante constituye la ilusión mágica de todo conocimiento científico y artístico y de toda intención humana por violar las leyes de la finitud, pues por medio de la fotografía tenemos acceso a formas de vida pasada para nosotros desconocidas por razones naturales. Tener imágenes que reflejen de manera fiel como era el paisaje urbano o natural, o el rostro de una persona, constituye el más alto logro humano en lo que concierne a la civilización. Es la más grande de las ilusiones creadas por la inteligencia humana después de la palabra. ¿O será que la imagen es hija de la palabra?

lunes, 9 de marzo de 2009

Fragmentos

Se encontraba observando el frio y escuchando la altura, miraba una totora flotando en el agua a orillas de lago Titicaca, sus pies colgaban del pequeño muelle de madera vieja donde estaba sentado, y por debajo, las pequeñas ondulaciones del agua moviéndose con ritmo preciso. Las nubes parecían enojadas aquel día, cubrían ese cielo azul tan fuerte caracterísitco de las zonas altas. A lo lejos veía montañas. El viento acercaba una tormenta y a otra totora de envergadura macisa y de tamaño grande. Él no alcanzba a percibir quien se avanzaba más rápido, si la totora o la tormenta. Quizá vienen acompañadas -se dijo en voz interna-.